Dame el arcoirís de tu risa,
sin olvidar el sueño frágil de mis manos.
No niegues tus trenzas a la sombra larga de mi llanto.
Dame la luna que escondés al medio día,
la gota de besos que desnudás entre canciones.
Niña, invítame a la danza que guardás bajo la lluvia,
mira que el tiempo agoniza sobre el telar de las alondras.
Abrazame niña,
sin importar el color de tu estatura,
ni la forma doliente de mis pupilas.
No digás que mañana acabará tu pulsera de sirenas,
porque el invierno llorará sobre mi lágrima.
Abrazame niña,
una caricia tuya tiene la llave de mi cadena en llamas.
Katheryn Rivera.
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